Continúo leyendo sobre el filósofo francés Guy Debord. En esta ocasión, la primera novela (Todos los caballos del rey) de quien fue su primera esposa, Michèle Bernstein, que también formó parte de la Internacional Letrista y la Internacional Situacionista.
Mi interés no viene solo por ese lazo, sino también, porque los personajes del libro, Geneviève (voz narrativa) y Gilles, son caracterizaciones de Michèle y Guy. El tema de la novela son las relaciones que establecen con terceros estos personajes: un matrimonio abierto: «Cuando conocí a Gilles, tres años antes, comprendí enseguida que distaba mucho del frío libertinaje que con frecuencia le atribuían. En todas las ocasiones pone en sus deseos cuanta pasión puede, y es en ese estado en sí lo que siempre le ha gustado en todas sus aventuras amorosas, sería una gran locura atribuirle inconstancia. El ambiente que creaba por doquier era fruto de esa sinceridad en los sentimientos y de una aguda conciencia del aspecto trágicamente pasajero de las cosas del amor. En consecuencia, la intensidad de la aventura iba en función inversa a su duración».
Hay referencias a la dérive [deriva] situacionista: «Sé lo aficionado que es Gilles a pasar la noche dando largas caminatas a esas horas en que un café que aún no ha cerrado se convierte en preciada escala por esas calles en que no abundan los noctámbulos». Sobre esto mismo, y en clave irónica, sobre su famoso eslogan: «Ne travaillez jamais» [No trabajes nunca]:
—¿A qué te dedicas exactamente? No lo sé muy bien.
—A la reificación —contestó Gilles.
—Es un estudio muy transcendente —añadí.
—Ya veo —agregó Carole con admiración—. Es un trabajo muy serio con libros gordos y muchos papeles encima de una mesa grande.
—No —dijo Gilles—. Me paseo. Más que nada me paseo.
P.S. Escribo este átomo mayúsculo en plena época de emergencia sanitaria, aislamiento y cuarentena. El trabajo está comprometido y el paseo, prohibido.