Maite Alberdi realizó en Chile un documental sobre la vida de un grupo de residentes en un hogar de ancianos. Solo tengo elogios para esta película sencilla y emotiva: El agente topo.
Parte de su atractivo es que el espectador no termina de comprender totalmente lo que está ocurriendo, o al menos, su sentido. Finalmente hay algo de denuncia, pero no es estridente ni melodramática. Simplemente: «Los residentes se sienten solos. No los vienen a visitar y a algunos los abandonaron. La soledad es lo más grave de este lugar».
Enseguida de ver el filme, me aboqué a leer sobre él, porque tiene la particularidad de combinar elementos documentales con elementos de ficción. A manera de ejemplo: Sergio Chamy, el protagonista de 83 años, efectivamente buscaba empleo y se instaló en el hogar intentando actuar como un residente más. En una nota periodística encuentro la mejor definición para esta propuesta: realidad intervenida.
Porque la realidad está allí incluso antes de ser intervenida. Como dice uno de los personajes reales: «Es cruel esta vida, después de todo».