Al final, la amistad y la música

Al final, la amistad y la música

En el 2002, Fernando Cabrera pensaba que ese sería su último disco: así concibió Viveza, con tono de celebración y despedida, con tono personal y rodeado de amigos: Darnauchans, Drexler, Ruben Olivera, Mauricio Ubal, otros.

Todo empieza precisamente con: «Querido amigo», que anuncia esto que comentaba: «Querido amigo, tenemos una canción por hacer», canciones que: «forman parte de discos que no haremos».  Luego viene una descripción de su ciudad en la extremadamente montevideana: «Viveza». Enseguida, una declaración de principios llamada: «Un par» («La vida es eso, insisto/ hay un lote de infelices/ y un par de listos»). La primera parte del disco culmina con un homenaje a los músicos (que viven con monedas) en: «Los Eduardos».

Hay que ser fuerte para resistir lo que viene: «Lisa se casó» y no fue contigo, porque: «no es asunto de amor/ sino de matrimonio». Luego, con: «Mudanza», empiezo a llorar con la voz de Darnauchans y la imagen del “vacío creciendo” con la que yo siempre recuerdo la mudanza del barrio donde nací. Esta segunda parte del disco termina con la introspectiva: «Voy por mí».

El siguiente capítulo comienza con la alegre e histórica: «La batalla del siglo». En: «Décimas de prueba», el cantautor sigue reflexionando sobre su condición de músico y continúa la línea antropológica con versos como: “A un pueblo con mucha boca/ Mucha más boca que oreja”.

La oscuridad vuelve a ganar terreno con: «Resurrección»: «Caí y caí/ en infinito pozo/ en cuyo lodo/ debí reconstruirme». «Blues del cuaderno» trata el tema educativo que es recurrente en Cabrera. Llegamos a la cumbre del disco y al fondo del abismo: «Te abracé en la noche»; si tienes el corazón roto, aquí tienes la oportunidad de revivir una y otra vez esa forma de morirse. Hay esperanza en: «Sobrevivirás»; versos brevísimos y con perfecta rima donde un desempleado canta: «Pierdo todo/ Pierdo estado/ Desahuciado/ Sobreviviré». Se acerca el final, pero la memoria se mantiene activa con: «Bandera amarilla». Ahora sí, en: «Críticas», Fernando Cabrera decide cerrar de manera autorreferencial, cantando con humor y mencionando a los amigos nuevamente: «No me sobra simpatía/ Ni me falta melancolía/ Que canto mal».

Viveza es una obra maestra. Un disco con extremos de tristeza y felicidad, como la vida misma, donde afortunadamente existen la amistad y la música.

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *