
Lucile Hadzihalilovic es una cineasta francesa, directora de tres largometrajes. Recientemente los vi, separados por pocos días: «Innocence» (2004), «Evolution» (2015) y «Earwig» (2021).
El tema de las 3 películas es similar: niños confinados para satisfacer misteriosos objetivos adultos. Su trilogía es visual y semióticamente magnífica. Oscura es una buena forma de describirla: su estética lo es muchas veces, y su trama lo es siempre.
En: «Innocence», un grupo de niñas de un internado aislado en el bosque, aprende ballet y recibe a las nuevas compañeras que llegan en ataúdes. En: «Evolution», un niño encuentra el cadáver de otro en la extraña isla donde vive, una especie de comunidad formada por niños varones que son objeto de inexplicables experimentos por parte de las mujeres adultas que se ocupan de ellos. La más reciente: «Earwig», es más sofocante que las anteriores. En algo así como una Europa decadente del siglo XX, una niña con dentadura de hielo, no puede salir de su casa sin su tutor, que recibe instrucciones por teléfono.
Nota de color: el esposo de Lucile es Gaspar Noé (director, por ejemplo, de la impactante: «Irreversible»). Me imagino una discusión matrimonial durante la cena. Gaspar le dice a Lucile: «Me parecen imperfectas tus películas. Deberías quitarle una cuota de surrealismo y sumarle una cuota de violencia». Lucile le replica: «Tu cine es innecesariamente provocador y cruel».
Pero volvamos a la oscuridad: un cine extrañísimo, centrado en los mundos no realistas, o por lo menos, indeterminados, donde se desarrollan las historias. Un cine más sugerente e inquietante, que explícito y confortable. Tres joyas oscuras de Lucile Hadzihalilovic.